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Nicolae Ceaușescu ( pronunciación ; Scornicești, Reino de Rumania; 26 de enero de 1918-Târgoviște, Rumania; 25 de diciembre de 1989) fue un político comunista rumano, presidente de Rumania y del Consejo de Estado de Rumanía, dictador[1][2] de la República Socialista de Rumania desde 1967 hasta su ejecución en 1989, y secretario general del Partido Comunista Rumano en el periodo 1965-1989.[3]
Su gobierno estuvo marcado en la primera década por una apertura hacia Europa Occidental y Estados Unidos, mantuvo una política externa de relativa independencia respecto a la Unión Soviética. Continuó una tendencia pre establecida por su predecesor, Gheorghe Gheorghiu-Dej, quien había logrado persuadir a la URSS de que retirase sus tropas en 1958,[4] y criticó la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968.
Sin embargo, durante la segunda década del gobierno de Ceaușescu el régimen se volvió más brutal y represivo. Instauró un riguroso culto a su personalidad, un exacerbado nacionalismo y un total deterioro de las relaciones internacionales con el bloque occidental, China e Israel, a semejanza de la Unión Soviética.
Debido a esta política autoritaria y represiva, en contraste con las reformas liberalizadoras que se llevaban a cabo en el resto de Europa Oriental, en diciembre de 1989 Ceaușescu fue derrocado tras una sublevación popular. Capturado cuando intentaba huir del país junto a su esposa Elena, ambos fueron juzgados por un tribunal militar bajo los cargos de genocidio, subversión del Estado mediante acción armada contra el pueblo, destrucción de la economía y del patrimonio nacional y desfalco.[3][5] Considerados culpables, fueron ejecutados en forma sumaria tras una mediática sesión en los tribunales de dos horas televisada para todo el país.[3][6][7] Después del juicio se demostró que la magnitud de la masacre de Timisoara, en la que se basaron los cargos de genocidio, fue exagerada por la prensa internacional.[8]